De igual modo no se puede ya ocultar que en aquel verano de 1936 en Cataluña, Aragón y otros lugares de la Peninsula tuvo lugar lo que la filósofa francesa Simone Weil define como “una época extraordinaria, una de esas épocas que no han durado mucho hasta ahora, en las cuales los que siempre han obedecido toman todo a su cargo” y ocurrió cuando en zonas como las mencionadas que no estaban en mano de los golpistas los anarquistas ibéricos socializaron las fábricas, los grandes almacenes, los hoteles y restaurantes, colectivizaron las granjas, el campo y las bodegas más importantes, pusieron a disposición del pueblo los empresas de transporte y los ferrocarriles, abolieron el uso del dinero y la propiedad privada e instauraron, siquiera por unos meses, el comunismo libertario.  

Con toda seguridad, una de las personas más determinantes para que eso ocurriese fue Buenaventura Durruti, anarquista leonés y uno de los miembros referenciales de la FAI-CNT afincado en Barcelona que perdería su vida el 20 de Noviembre de 1936 tras recibir un impacto de bala en el frente madrileño. A su entierro acudió la práctica totalidad de la población de Barcelona, y pese a ello a 80 años de su muerte sigue siendo una figura de memoria en gran medida proscrita.  

Con la generosa ayuda de Wenceslao Alvarez, historiador, profesor, investigador y leones como el mismo Durruti caminaremos un poco por los recodos de su vida personal y militante y de los tiempos tumultuosos que le tocó vivir.

Aqui, en "La Memoria".