En un plano general, cree que el alza de la extrema derecha responde a un «movimiento de fichas del poder, del sistema, que busca el auge de la ultraderecha mas radical» ante «el hartazgo con los partidos tradicionales».
En el caso de Brasil, pone en valor el trabajo llevado a cabo por el Partido de los Trabajadores pero advierte de que «el empoderamiento económico de importantes sectores de Brasil no ha traído consigo un empoderamiento político, no ha habido una ideologización de esos protagonistas». Por ello, apunta a que la izquierda tiene ahora el reto de «repensar su estrategia para avanzar en el empoderamiento de las clases trabajadoras y de los sectores mas desfavorecidos, en clave política, de ideologización de las masas».