Ambos nos han explicado que los primeros años fueron «muy duros», que se vivieron «como una pequeña guerra civil». Poco a poco la participación en el Alarde igualitario fue en aumento, incluso «con los hijos, hijas, nietos y nietas» de hombres que participan en el Alarde tradicional.
20 años después el objetivo sigue siendo un único Alarde donde participe quien quiera, sea hombre o mujer. Al respecto, recuerdan que «la tradición nunca puede estar por encima de los derechos básicos, y el derecho de la mujer a ocupar un espacio público es un derecho fundamental». Señalan como «el gran problema» la actitud del Ayuntamiento, del alcalde, «que ignora absolutamente a una parte de su ciudadania» y recuerdan, al respecto, que la Ley de Igualdad prohibe el apoyo a actos donde «una persona sea discriminada por razón de sexo».
No obstante, no creen que en estos momentos haya condiciones para lograr el objetivo final pero la situación ha evolucionado mucho en 20 años y podría seguir haciéndolo. Landa cuenta que «tengo amigos que desfilan en el Alarde tradicional que te reconocen a nivel personal que no tendrían absolutamente ningún problema en desfilar con sus compañeras».