Nos encontramos con un testimonio excepcional. Publicado originariamente en Estados Unidos en 1996, recibió el Premio Nacional Letras de Oro a la mejor novela latina. Galardón merecido ante lo narrado. Posteriormente publicado en Argentina en 2006 y que, ahora, recupera Sítara.
A través de la escritura, la protagonista intenta restañar las heridas del pasado para afrontar el futuro. Su detención, entre otros muchos, junto con su hermano, las torturas, violaciones y vejaciones sufridas son descritas en un discurso fragmentario, como pedazos de una existencia rota: recuerdos, poemas, declaraciones oficiales, notas periodísticas, cartas… Todo sirve para recuperar la memoria que nos enfrenta a la esfinge de la tortura. Crímenes de Estado perpetrados por la dictadura en Argentina entre 1976 y 1983.
“Un aullido de muerte me ocupa el cuerpo”. Situación y empresa hercúlea la que intenta realizar la autora. Nora Strejilevich describe los tiempos del centro de internamiento y torturas. Y su intento, allí dentro, de borrar la memoria. “Lo logro gracias a una técnica que mata la memoria. La memoria debe coagularse y vivir su vida aparte, lejos de aquí, entre sus propios personajes y paisajes”. Vano intento que queda, en cambio, anegado por el asalto del tiempo, las compañeras y el discurrir vital de la autora. “Mientras manos anónimas nos palpan de armas, las mías revuelven sábanas de la memoria para despertar a los ausentes entre los pliegues”. Narrar, contar, gritar, escribir. Contra la impunidad, contra la barbarie.
“Tenía claro que iba a empezar a hablar desde el preciso instante en que pasara la puerta de ahí. Y fue lo que hice. Desde que salí empecé a hablar. Y hablé, hablé sin parar, hasta hoy. […] Eso era lo que yo hubiera querido que hicieran por mí cuando estaba adentro. Por eso nunca dejé de tener ganas de hablar”.