Aritz Intxusta ha definido el Navarra Arena como «un mastodonte, una auténtica barbaridad» que durante todo los años que ha permanecido en desuso «mantenerlo vacio ha costado alrededor de 180.000 euro al año». Según Intxusta «fué un proyecto megalómano impulsado por Miguel Sanz, porque estaba harto de que las finales de pelota se jugasen fuera de Navarra».