Como escribe el prestigioso periodista uruguayo en su reportaje, que ha tenido acceso a documentos de la Inteligencia militar de Uruguay hasta ahora desconocidos, “en la cúspide de su arbitrariedad prepotente, hija de una actitud que después lo llevaría a la cárcel, Rafael Vera, niño mimado del Partido Socialista Obrero Español, desembarcó su arrogancia en Montevideo, un día de julio de 1989, en su calidad de secretario de Estado de seguridad del gobierno de España. Traía unos videos y muchas pesetas”.