Txema Olleta

La paternidad no es un derecho

En las últimas semanas, diferentes circunstancias y noticias aparecidas en los medios de comunicación, han puesto en el candelero un tema, ya de por si complejo, sobre el derecho que supuestamente tenemos los hombres a disfrutar de una paternidad. El caso de Juana Rivas, por un lado, y el de los vientres de alquiler, por otro, nos muestran, los intentos neomachistas de manipular la realidad para adecuarla a sus necesidades y vendernos los avances de su sociedad igualitaria.

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La paternidad no es un derecho

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Talaiatik Txema Olleta
Talaiatik Txema Olleta

En el primer caso se nos plantea que, por el simple hecho de haber sido copartícipe en la procreación de una criatura, el hombre ya dispone de un derecho inalienable de ser padre, y por tanto, tener ascendencia sobre la criatura. Da igual que sea un maltratador, o un violador, o con una conducta o actitud claramente machista o vejatoria hacia las mujeres. Da igual que nunca se haya preocupado de la crianza, ni de los cuidados, ni de la educación. Su hijo/a es tan de su propiedad como su pareja. Y por tanto su derecho a la paternidad, es intrínseco a su condición de macho proveedor y dominante de la manada, y no tolera que nadie se lo cuestione. Pero la realidad es que ningún hombre maltratador puede ser un buen padre.

El segundo caso tiene varias connotaciones. Por una lado, el hecho de que utilicemos el cuerpo de las mujeres como vasijas contenedoras que produzcan criaturas para satisfacción de otras parejas o familias monoparentales que no pueden o quieran tenerlas por otros medios biológicos. Por otro, este método saca a la luz la utilización que se hace, por los sectores neomachistas y neoliberales, de diferentes conceptos feministas. Un contexto que no podemos ignorar cuando desde las posiciones a favor de este tipo de gestación se alegan la autonomía de las mujeres para decidir sobre su cuerpo o el derecho de los padres y madres que de otra manera no podrían serlo.

Una cuestión no menos importante es el impacto que este posicionamiento está ejerciendo en el movimiento LGTBI, especialmente en el ámbito masculino, en el que está abriendo una fractura más que importante, por el posicionamiento que han hecho, a favor de ello, un sector de hombres homosexuales apelando a su derecho a ser padres. Este modelo de gestación esta, afortunadamente, siendo fuertemente cuestionado por el movimiento feminista, por el movimiento de hombres igualitarios y por el propio Parlamento Europeo que, en diciembre del año pasado, lo consideró como  contrario a “la dignidad de la mujer, cuyo cuerpo y función reproductiva son utilizadas como mercancías”.

En todo caso, lo que subyace en todos estos posicionamientos, tanto en el caso de los padres maltratadores como en el de los vientres de alquiler, es el hecho de considerar la paternidad como un derecho inalienable del hombre, dentro del bloque de privilegios que como machos dominantes nos corresponde, y que además es un espacio más de control que ejercer sobre las mujeres.

La paternidad no es un derecho, ni legal, ni ético, ni sanguíneo, es una responsabilidad, es un sentimiento basado en el compartir, en la ternura, en el cariño. Es una opción de vida. No tiene nada que ver con la imposición, con la dominación ni con el mercantilismo, sea gratuito o no. Hay diversas formas de ser padres y hay muchos hombres homosexuales que lo saben y recurren a ellas sin que sea a través de un vientre de alquiler.
Pero en el fondo siempre subyace el derecho a dominar a la mujer incluso en el aspecto de la maternidad. Dos muestras más recientes de la violencia contra las mujeres. Dos muestras más de que el patriarcado se está recomponiendo con nuevas formas de machismo.